De todos los edificios históricos de la Ciudad de Buenos Aires hay uno que sobresale por ser el más antiguo y por contener, entre sus muros, buena parte del adn histórico del ser nacional argentino. Así es como la Iglesia de San Ignacio de Loyola se alza como uno de los monumentos mas fascinantes de la arquitectura porteña no sólo porque es el espacio mas antiguo y mejor conservado del casco histórico sino porque, además, en su interior posee un conjunto de piezas del arte colonial como sucede en otras ciudades de sudamérica, con las que comparte un pasado en común y lineamientos estéticos similares. Es por ello que en este fotorreportaje los invito a descubrir algunos de los secretos que esconde la Iglesia de San Ignacio de Loyola y en él les explico porqué es recomendable hacerse un alto y dedicarle una visita.
Ser artista no es fácil en ningún lugar del mundo y en ese sentido, Argentina, no es la excepción. Desde hace casi doscientos años, los arquitectos que construyeron las obras más emblemáticas de la nación o bien cayeron en el más absoluto de los olvidos o bien, en el más ingrato reconocimiento de sus obras, tal como fue el caso de Francisco Salamone, padre de muchas de las criaturas que persisten en diferentes pueblos de la provincia de Buenos Aires y en otros tantos lugares del interior.
A escasos metros de la playa de Ipanema y emplazado entre las ruas Prudente de Moraes y Vinicius de Moraes se encuentra el Bar Garota de Ipanema, ícono ineludible para explicar el origen de uno de los movimientos musicales más importantes del siglo XX. Según cuenta la leyenda, en los años sesenta Vinicius de Moraes era uno de los fieles asistentes a las playas de Ipanema. Allí, todas las tardes veía llegar a una chica que llegaba con su bikini y sus curvas privilegiadas pero, según cuenta, jamás se animó a hablarle. Así fueron pasando los días y la misteriosa muchacha no sólo le rompió el corazón a Vinicius sino que terminó siendo una fuente de inspiración que quedó plasmada cuando el autor le dedicó la letra y los acordes de la inolvidable Garota de Ipanema.
Quienes son fieles lectores y seguidores del blog saben que siempre les recomiendo que cuando visiten cualquier lugar del planeta no dejen de hacer una buena cantidad de fotos en blanco y negro, además de las típicas en colores brillantes o de altísima calidad. La recomendación la hago porque considero que el blanco y negro permite visualizar otras miradas de un mismo espacio e invita a disfrutrar de formas, tonalidades, texturas y ritmos que ponen en evidencia y realzan la belleza que, de otro modo, muchas veces se pierde. Y en este caso Venecia no será la excepción a la regla.
En los años posteriores a la muerte del matrimonio Ceausescu y el inicio de la nueva vida democrática liberal, Rumania supo consolidar una interesante red museística y de espacios dedicados a la preservación de su memoria. Así es como el Museo Histórico Nacional de Bucarest o el Museo Nacional de Arte de Rumania son dos de los mas importantes, hay otros en los que, lejos de una gran ampulosidad o fastuosas obras de arte, resultan una recomendable oportunidad para acercarse a los acontecimientos y personajes que forjaron la historia del pueblo rumano.
Redactor/Editor
Periodista, docente y viajero crónico. Actualmente reside en Buenos Aires. Desde 2004 edita el presente sitio y viajó por más de 50 países alrededor del mundo. Su trabajo se basa en exponer el costado más humano de los viajes, ese que aparece cuando logra alejarse de la idea de turismo y emprende un camino con el otro descubriendo sus costumbres, sus sistemas de creencias y sus mentalidades.