23 May
23May

Por su calidad de manjares exóticos, los dulces turcos bien merecerían que se les dedicara un capítulo aparte en los libros especializados en viajes y gastronomía. Con sabores únicos y recetas milenarias, día tras día son fabricados, vendidos y degustados por los miles de turistas que los prueban y caen inevitablemente rendidos a sus pies. Y lo mejor de todo es que, a diferencia de otros alimentos, adquirirlos no es tarea difícil, ya que en cualquier plaza, espacio público o en las tiendas de recuerdos cercanas a los sitios de interés turístico se pueden conseguir a muy buen precio y al peso, lo cual permite que en una misma compra se puedan probar varios tipos y sabores.

Si bien hay muchas variedades, la mayoría de ellos se fabrica en base a una colorida masa gomosa que se obtiene de la mezcla de agua y azúcar ( un extraño menjunje del cual sólo ellos conocen la fórmula) y que decoran con especias dulces (como canela, coco rallado, azafrán dulce) o bien con nueces, avellanas, almendras y otros frutos secos triturados.

 Quienes además de probar los exquisitos dulces tradicionales deseen acompañarlos con una buena taza de café turco (y en un ambiente típico), les recomiendo que se acerquen hacia la zona de Eminou y visiten Hafiz Mustafá, una de las confiterías más antiguas de la ciudad, fundada en 1864 y que está catalogada como uno de los sitios que ningún visitante puede dejar de conocer en una estadía en Estambul. Sus interiores evocan los tiempos de la Belle Epoque parisina y el trato amigable y personalizado que demuestran los vendedores y camareros, convierten a la visita en una experiencia única y digna de ser vivida.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.