Como ya lo expliqué en el artículo sobre el increíble Cementerio de Azul, la obra del Arquitecto Francisco Salamone fue una de las más increíbles y presentes en la historia del arte argentino. En Azul, además del Cementerio y de la expresionista Plaza San Martín, la presencia de su legado está en las puertas mismas de la ciudad con el Cristo crucificado quien, recibe a los viajeros brindándoles la bienvenida y poniéndose como fiel ejemplo de la magnífica obra salamoniana que verá mientras dure su estadía.
El Cristo de la entrada a la ciudad, al igual que la estética que le supo imprimir al Angel exterminador, tiene una fisonomía y unas formas que lo asemejan a los de cualquier obra del Colectivismo ruso o arte soviético moscovita posterior a la Revolución Bolchevique.
En este fotorreportaje los invito a que aprecien la obra del arquitecto Salamone en tres dimensiones tal cual como si estuvieran alli:
Las letras y el Cristo indican el ingreso a la ciudad de Azul
Líneas de cemento unidas por hierros para que soporten los fuertes vientos que soplan en la ciudad ofician de telón de fondo del Cristo que yace doliente en la cruz recortada en el cielo.
La figura del Cristo impresiona por la sencillez con la que fue diseñado y por la profundidad y realismo de las expresiones logradas en el rostro. Dicha combinación no es más que una muestra del genio escultórico y arquitectónico de Francisco Salamone.
Detalles del Cristo crucificado
Cristo Crucificado el Arquitecto Francisco Salamone
Entrada a la ciudad de Azul